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Un dèbil sol de otoño largamente acaricia
la claridad cansada la soledad del parque,
vivo rescoldo apenas de una vencida lumbre
que al declinar el día se apagará en la tarde.
La sombra de la sombra, la llama de la llama,
huyen, y son despojos efímeros del aire.
Y el alma huye del alma como de un viento helado
que arrastra la humareda y la ceniza esparce.
Joaki-007Hoy a las 15:16
larocuky18/06/2025
mebarak198118/06/2025
corremundos18/06/2025
maravillas1017/06/2025