A FALTA DE BESOS

Si la nueva normalidad es que, en aras de la prevención, me hurten besos, bienvenida entonces la tristeza. Porque el beso ha sido y será la gramática parda del afecto, el lenguaje cooficial del ser humano que no se reconoce en ninguna Constitución ni se debate en el Congreso de los Diputados. Los besos son la semiótica del sentimiento. Del primer beso pulcro apenas hay recuerdo, pero del primer beso carnal, hasta la raíz del último nervio del cuerpo todavía se acuerda. En cambio, no sabemos nunca cuál será nuestro último beso, y muchos han sido en los dos últimos años, los que arrastrados por la escoria del virus, se han ido sin el calor tibio y húmedo del beso final. 

Hay besos de madre, besos de amigo, besos de amante y hasta besos de impostor. Por eso, hay besos de buena educación, de urbanidad prepandémica, como también hay besos de vampiros y besos de Judas. Pues bien, necesito volver a movilizar los 30 músculos que activa el beso, mis 9 miligramos de agua, mis 0,18 de sustancias orgánicas, mis 0,7 de materias grasas, mis 0,45 de sal, evitando que gérmenes y bacterias venzan a la razón de ser de mis sentimientos. Hoy es Día de Reyes, y se lo pido a ellos. Pues hágase su voluntad, allá en oriente como en occidente, y que nos libren de una vez por todas del mal. Un beso a todos.

(Mario Garcés)

Gracioso y reivindicativo este alegato de Garcés a favor del beso y de la necesidad  de volver a recuperarlo. No es necesario referirse solo a los besos de pasión amorosa, sino a los demás, por ejemplo, el beso a una madre, a una hija, esos que llevamos reprimiendo ya demasiado tiempo, al menos yo. Las ansias y tristezas que me acarrea no poder hacerlo con naturalidad por miedo al intercambio del maldito virus están en todo el mundo. Lo que sí que esto ha conseguido es quitarnos la costumbre de besarnos con cualquier persona con quien nos encontramos o que nos acaban de presentar. Tomemos esto como especie de penitencia higiénica.

Y como ejemplo de un beso el de este precioso cuadro de Mary Cassatt, "La Madre y el Niño", el abrazo más tierno y el amor más incondicional, de una madre a su niño. Sobre la añoranza y la necesidad que su ausencia provoca os dejo esta frase  de Steve Kluger: " Un primer beso después de cinco meses significa más que un primer beso después de cinco minutos".

Besos, claro.