ADICTIVOS

Los teléfonos inteligentes hoy superan en número a los modelos tradicionales, y más de la tercera parte de los usuarios se conectan a Internet antes de levantarse de la cama. El fenómeno ya tiene nombre: síndrome de la vibración fantasma. La investigación está dejando claro que Internet no es ‘otro’ simple sistema de transmisión de datos. Está creando un entorno mental nuevo.

La decisión de estar todo el día conectado no siempre es propia. No es la elección personal la que lleva a la mayoría de los jóvenes empleados de corporaciones a mantener el móvil en la mesita de noche, junto a la cama, ni la que lleva al 80 por ciento de las personas en vacaciones según otro estudio de 2011 a cargar con ordenadores portátiles y teléfonos para estar en contacto con su centro de trabajo. Pero es que, en realidad, la elección personal tampoco es la que lleva a los usuarios de teléfonos inteligentes a chequear sus móviles justo antes de acostarse y a los pocos minutos de despertar por la mañana.

(Tony Dokupil)

Así que se llama síndrome de la vibración fantasma. La obsesión de mirar tantas veces el móvil no siendo que haya llegado una llamada o un mensaje y no me haya enterado. Más que una adicción es para muchos una necesidad a la que todos hemos contribuido. Por un lado es personal, el deseo de estar al tanto de noticias de los nuestros, de intercambiar fotos allá donde vayamos, pero también profesional. Cada vez tenemos que estar más pendientes de lo que dejamos en el trabajo, que nos absorbe hasta el punto de dar por hecho que vamos a estar siempre comunicados para todo.

Lo primero que hacemos al llegar a un sitio que no es nuestra casa es preguntar si hay wifi o conexión a internet. Y si no lo hay buscarnos la vida para poder estarlo. A través de los datos móviles del teléfono mediante una conexión de bluetooth bien anclada al portátil, ya tenemos acceso, pero ay de nosostros cuando llegue la factua de nuestra compañía...

Seguro que en esta terraza de copas había wifi...

Besos.