CASAS INTELIGENTES

El hogar inteligente es una realidad que se está imponiendo con paso firme, apoyada en nichos que no se habían vislumbrado hace un lustro y que ahora parecen imprescindibles para nuestro día a día. Hablarle a un altavoz para pedirle información del tiempo, que nos recuerde una cita o incluso que haga la compra se empieza a convertir en un hábito cotidiano. También se han convertido en la interfaz cómoda para interactuar con otros elementos inteligentes del hogar como bombillas o termostatos. Dispositivos nos permiten controlar la temperatura y otras variables del hogar mediante voz o app automatizando, por ejemplo, el consumo de calefacción en función de los hábitos y necesidades de la familia. Estos dispositivos inteligentes y conectados aumentan el confort, la seguridad y el ahorro energético de las viviendas. Pero también el entretenimiento.

Los aparatos inteligentes han llegado también a otros rincones del hogar. Contamos con robots aspiradora que se pueden controlar desde el teléfono móvil y a los que se puede programar qué zonas queremos que limpie o qué rincones debería evitar a toda costa. Hasta las neveras nos ofrecen información acerca de los alimentos que se encuentran en su interior para conocer cuándo deberíamos consumirlos.

(Jaume Esteve)

Lo que hace nada nos parecía algo lejano, como de ciencia ficción, se ha convertido en algo ya habitual en muchas casas que se denominan "inteligentes". Pero este nombre en mi opinión no es correcto ya que los inteligentes serían las personas que las diseñan y crean esas aplicaciones para que nos informen, nos recuerden citas, nos hagan la compra, nos enciendan la calefacción, nos suban o nos bajen las persianas y conecten el antirrobo.

Y casi todo ello a través del móvil que se ha convertido en un apéndice de nuestro cuerpo que sirve para todo menos para (casi) hablar por teléfono. Lo último son esas neveras tan listas que en función de lo que va quedando dentro nos hacen la lista de la compra y nos avisan de los productos a punto de caducar...

Lo malo es que dentro de esas casas inteligentes no todos sus habitantes lo son y un día, vete a saber, los aparatos se pueden rebelar y nos convierten en prisioneros de nuestro propio hogar. Esperemos que no.

No sé si el Ayuntamiento de Rennes tiene vida inteligente dentro, es de suponer que sí. En cualquier caso tiene una bonita fachada con unas caritas que seguro que a Joaquín le gustan.

Besos.