COMPORTAMIENTO DESAPROBADO

Alguien te dice algo y tú estás distraído. «Estoy hablando para las paredes», te espeta. Desaprobación.

Un pariente te recomienda llevar chaqueta para ir a la fiesta de esta noche. No lo haces, y al día siguiente te duele la garganta. «Nunca escuchas ningún consejo», te recrimina. Desaprobación.

Tienes un día de locos, y por fin consigues devolver la llamada de un amigo. «Te llamé tres veces», es lo primero que te dice. El tono molesto y de reproche que hay detrás es sutil, pero ambos sabéis que está ahí. Desaprobación.

Sientes que tu comportamiento es desaprobado, y sentir desaprobación es sinónimo de sentir en cierto modo un rechazo, a veces grande, a veces diminuto, pero siempre perceptible. Lo sorprendente de este entorno es que suele ser más prevalente entre la gente que más te quiere, ya que las minas son bombas que ellos detonan para que no pises en ciertos sitios que ellos consideran un peligro, sin darse cuenta de que su mina acaba siendo más peligrosa que tu terreno. Buscan protegerte, pero en realidad consiguen alejarte.

(Anxo Pérez)

A todos nos gusta que lo que hacemos o decimos reciba la aprobación de los demás, es una manera de afianzarnos en nuetra conducta y saber que estamos haciendo bien las cosas. Sin embargo, el halago innecesario puede valer para un momento, pero nada más. A la larga nos perjudica y nos resulta negativo. Quizá a esos halagadores profesionales les importemos un comino.

El caso opuesto es cuando nos llevan la contraria en algo que creemos haber hecho con acierto. No nos gusta la desaprobación y menos los reproches. Normalmente esas personas son las más cercanas y a las que realmente interesamos. Lo malo es que esta conducta repetida se parece mucho a esa famosa frase de TE LO DIJE, que no es reproche pero se le parece mucho. Y puede acarrear el efecto contrario, que la protección te espante y te alejes de esa persona.

El ser humano es, somos, muy complicado. Se trata de ir pasando de campos de flores a campos de minas, sin pisar ni las primeras ni las segundas. Y no caernos al rio.

Besos