CONTACTO SOCIAL

¿"Cuánta ansiedad sientes cuando piensas en que alguien te toca?". Esta es la pregunta que encabeza uno de los muchos cuestionarios disponibles en la red para saber si tu rechazo al contacto físico puede llegar a ser preocupante o simplemente estás en una época rara de tu vida. Lo comprobamos hace un tiempo, cuando ese concepto llamado "distancia social" cambió nuestra forma de relacionarnos. Ahora, que se ha asentado el polvo de aquellos años en los que todos rehuimos del contacto físico, cabe preguntarse si ha permanecido este miedo en ciertas personas, han aumentado los casos o, al contrario, ciertas personas predispuestas a sufrir esta fobia han conseguido superarlo y ganar en calidad de vida.

 Sí que hay gente que todavía siente mucho rechazo al contacto físico, incluso en su propia casa, llevando mascarilla en caso de convivir con miembros de su propia familia. Pero, como toda fobia, si se trata el paciente tiene muchas posibilidades de dejarla atrás. Se trata de un trastorno de ansiedad, no de un miedo irracional a algo concreto. Una paciente, por ejemplo, tenía pánico a montarse en un autobús, lo que limitaba mucho su transporte incluso para ir al trabajo. Sus síntomas son cognitivos, ya que aparecen pensamientos irracionales ante el estímulo fóbico, interfiriendo en la concentración. Al ser un miedo irracional, no pueden explicar por qué se sienten así. La forma de manifestarse es con taquicardias, hiperventilación o sudoración intensa, tal vez acompañado todo ello de sensaciones de mareo.

(E. Zamorano)

Ahora que parece que ya no es necesario el uso de las mascarillas, ni en transportes ni en lugares concurridos, parece que la gente le ha perdido el miedo al contagio, de hecho los casos han bajado mucho pero aún hay muchas personas que tienen miedo al contacto físico y evitan compartir espacios con desconocidos por un temor que en algunos casos que se convierte en fobia. No son muy habituales, pero hay quien sufre crisis de ansiedad que deben tratarse. Eso no quiere decir que no seamos prudentes y llevemos a mano la mascarilla para según qué ocasiones. 

Lo que sí que es verdad es que de manera inconsciente nos ha quedado lo que se vienen llamando guardar una cierta distancia social y que los besos y abrazos a desconocidos que nos acaban de presentar o conocidos que encontramos por la calle se ha frenado algo. Los españoles, como sureños, somos muy dados a tocarnos y eso ya no es como antes, en mi opinión. Como siempre decimos, busquemos un término medio y que cada uno  actúe con la prudencia que crea necesaria. En los restaurantes sí que es verdad que las mesas ya no están tan juntas. Mirad qué curiosos los reflejos en el techo...

Besos.