EL OLVIDO

Siempre me ha interesado ese ejercicio de «¿Qué fue de…?». El mundo va tan rápido, las noticias y los hechos se suceden a velocidad tan vertiginosa que la profecía de Andy Warhol de que todos seremos mundialmente famosos durante cinco minutos empieza a quedar escasa. Algo parecido ocurre con políticos, con intelectuales, con científicos… estrellas tan fulgurantes como fugaces; fulgor y muerte. O, lo que es aún peor, fulgor y olvido. Porque, al fin y al cabo, la muerte es madrastra generosa que devuelve a la actualidad a aquellos que una vez brillaron y los reinstala en el Olimpo de los elegidos

Y aquí volvemos a la pregunta que me hacía al comienzo de este artículo. ¿Qué hace uno después de protagonizar una hazaña sin par? ¿Dormirse en los laureles? ¿Vivir de pasadas gestas, convertirse en un preciado pero incómodo jarrón chino? Porque una cosa es alcanzar la gloria y otra muy distinta sobrevivir a ella de modo que también se producen situaciones aún menos deseables como la de falta de reconocimiento y la sensación de inutilidad que acaba casi siempre en amargura y autodestrucción.

(Carmen Posadas)

En esta época de la inmediatez de las noticias, todo pasa muy deprisa. A la misma velocidad que nos enteramos de un hecho, de una hazaña o de una desgracia, la ponemos en el baúl de los recuerdos porque viene enseguida otra que tapa la primera. Y eso mismo ocurre con las personas. Deportistas de éxito, cantantes de gran proyección, científicos de renombre, políticos de nueva hornada, en un momento determinado, sin saber el motivo, dejan de interesar y nunca más se supo. Y no hablemos ya de lo que se ha dado en llamar "juguetes rotos". El olvido parece como una manta que todo lo tapa.

Los medios de comunicación crecieron y extendieron su área de influencia, y comenzaron a necesitar nutrirse cada día de información fresca, de caras nuevas, de estrellas y héroes que al día siguiente son sustituidos por otros, de modo que todos acaban teniendo la misma fecha de caducidad que un yogur desnatado.  Así lo justifica la autora.

Y si nos acordamos de alguien  enseguida surge la pregunta que se hace Posadas: "¿Qué fue de...?" . Cuando nos enteramos de un personaje muy conocido que ha muerto, más de una vez nos extrañamos de que todavía estuviera vivo. Somos así de crueles.  Viendo pasar la vida de los demás desde ventanas y balcones, en este caso muy bien decorados, como estos de Guadalupe.

Besos.