¿ERES PERFECCIONISTA?

¿Es bueno ser perfeccionista? El perfeccionismo es, cada vez más, un peligro para nuestra salud mental, pero también física. Esta autocrítica tan desmesurada que muchas personas viven en su día a día no solo se ve reflejado en trastornos como la ansiedad o la depresión, sino que llega a puntos que, si no los controlamos, pueden reflejarse de manera más salvaje en nuestras vidas. "Hay una especie de embudo del que la persona no puede salir y que le lleva al caos. Pero es que además, efectivamente, hay como un perfil fisiológico de la persona hiper exigente. El perfeccionista por definición es el eterno insatisfecho porque nunca nada está a la altura de lo que uno quiere. Es decir, siempre quieres más, quieres conseguir más. Y el perfeccionista y el exigente tiene una capacidad espectacular en ver el micro defecto que nadie ve en lo que hacen. Es decir, es que esto podría estar mejor, es que yo podría haberlo mejorado, yo podría tener un final mejor", explica la psiquiatra y en medio de todo esto no se es capaz de gestionar su vida personal, su vida familiar, su hogar.  O sea que hay una especie de embudo del que la persona no puede salir y que le lleva al caos. En este sentido, hay muchas reacciones a este estrés. Por ejemplo, algunos adelgazan, otros engordan, algunos padecen bruxismo... diferentes reacciones psicosomáticas. Por ello hay un patrón muy claro que se encuentra en la gente a la que el perfeccionismo le supone un problema por el exceso: una intoxicación de cortisol, la llamada hormona del estrés. 

(Marian Rojas)

Al final todo en el ser humano se reduce a la química, a las hormonas, al famoso cortisol que no deja actuar a la melatonina que induce al sueño y al relax. Pues parece que eso le ocurre a los excesivamente perfeccionistas, que, como todo en la vida, llevado al extremo, es muy negativo. Exigirse tanto a unos mismo en esta época de competividad, hace que si no se controla , enfermo de estrés, se caiga en la insatisfacción, en la ansiedad e incluso en la depresión. Y además tiene consecuencias físicas, unos adelgazan, otros engordan, duele el estómago o se produce el bruxismo, ese apretar las mandíbulas rechinando los dientes y llegando a producir dolor de mandíbula y de cabeza. Se puede padecer pues por factores psicosociales, estado de ánimo, angustia, nerviosismo y preocupaciones, además de por todo lo anterior, por una autoexigencia que hace que la persona quiera más y conseguir más cosas.

La solución puede ser, además de fomentar la melatonina con cosas que nos gusten y nos sean placenteras, pensar que no se puede controlar todo lo que nos rodea y no obsesionarse demasiado con las cosas. Un combinado de frutas después de cenar puede ayudar a relajarse y cambiar el tono.

Besos.