FLORES EN LOS BRAZOS

Cuando tengas dinero regálame un anillo, 
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, 
cuando no sepas qué hacer vente conmigo, 
pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas 
y se te vuelven flores en los brazos. 
Yo te sostengo asida por los pétalos, 
como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije: 
cuando quieras marcharte ésta es la puerta: 
se llama Ángel y conduce al llanto.

(Ángel González)

Me gusta mucho este poema de Ánge González. En él se plantea la necesidad de regalar algo en prenda del amor. Lo habitual es un anillo que cuesta dinero, pero no siempre lo que más cuesta es lo que más vale. Como en este caso. Con una esquima de la boca del ser amado es más que suficiente.

Los brazos se convierten en flores, con lo que el abrazo se convierte en ramos y los pétalos son el aroma del otro. Siempe en libertad, sin obligación. Cuando quieres saber si alguien te ama, ábrele la puerta y que vuele, si es tuyo, volverá.

Los brazos no son ramos ni los dedos pétalos. Son lámparas, luces, que iluminan el camino, la estancia, el hogar, como las de la casa de las Sirenas en Sevilla. Siempre en forma de mujer.

Besos.