LA CUENTA DE LA VIEJA

Seguramente todos hemos oído alguna vez esta expresión, para indicar que algo se hace de un modo muy rudimentario. El origen de esta expresión no se sabe, pero,  bien pueda referirse al siguiente diálogo que mantienen dos personajes , uno defensor de las matemáticas y otro detractor:

Antimaco:  Yo bien confieso que tenga  en la facilidad y presteza de contar, más quién quita que lo que él contare en poco tiempo con sus números no lo cuente yo despacio, siquiera con unos cantos, o contando con los dedos, o como hacía una vieja, de quien aún el otro día me contaron: y si todos fuesen como aquella, poca necesidad había en el mundo de la Aritmética.

Sofronio: ¿Qué hacía, por vuestra vida?

Antimaco: Acaeció que esta vieja quiso un día feriar cierto ganado que tenía, la cual después que hubo averiguado el precio que por cada cabeza le habían de dar, se asentó a la puerta por do el ganado había de salir, y demandaba primeramente le pagasen una cabeza, y después que estaba pagada, mandaba que la sacasen, y luego comenzaba de nuevo a hacer cuenta de otra, y así en las demás, cosa cierto apartada de todo engaño. Conclusión: «Ninguna cosa es tan fácil, que no sea dificultosa, si se hace de mala gana»

(Alfonso J. Población)

Quién de nosotros no ha resuelto más de una vez cálculos aparentemente difíciles por la llamada cuenta de la vieja. He leído por ahí que se refiere a la hermana de Carlos IV, que contaba con los dedos y era rápida en hacer las cuentas sin tener que servirse ni de aritmética ni de matemática alguna, algo que el Rey, poco ducho en la materia, agradecía especialmente. Los que somos de letras y a veces hasta contamos también con los dedos nos hemos acostumbrado a usar calculadoras o más recientementemente aplicaciones dentro del programa excel para hacer notas media y similares. Pero es que a veces la cultura popular tiene sus métodos que no suelen fallar, tal es el caso de este texto. La vieja acertó y nadie la engañó con engorrosas cuentas, desde luego, práctica sí que era.

O sea, que nada de «si me has de dar diez y yo te devuelvo cinco mas ocho que te debía; pues no me des nada y yo te doy tres». La vieja a la que alude la expresión diría: «primero dame las diez». Vamos, dame el dinero, y luego ya veremos. No fue a la Universidad pero se apañó bien.

Besos.