LEER LA MENTE

El ser humano occidental, que ha perdido la fe en casi todo y sabe que el mago tiene la paloma escondida en alguna parte, no necesita que le expliquen que sacarla es “sólo” una cuestión de habilidad. Sin embargo, hasta el más escéptico se estremece cuando un ilusionista le adivina un pensamiento. Todos aceptamos que la magia es puro truco, pero ¿cómo es posible que otro controle mi propia voluntad y me diga qué es lo que debo pensar? Sencillamente, porque me ha manipulado.

La manipulación y el control de la voluntad no es nada nuevo: los grandes líderes, las personas carismáticas y los ideólogos de la publicidad siempre la han ejercido, pero todos nos hemos creído libres y autónomos de su influencia. Hay rendijas que nos hacen vulnerables, además de que siempre hay gestos que nos delatan. Tener la capacidad para leerlos puede ser tomado por clarividencia, pero no se trata de un don divino, sino de una habilidad adquirida. Cuando entras en el mundo del mentalismo y te das cuenta de que todo tiene una explicación, de que el lenguaje no verbal te está dando información de la otra persona, con lo cual no le estás leyendo la mente, sino que le estás leyendo el cuerpo, la mirada, el gesto… te das cuenta de que no hay nada más.

(Isabel Navarro)

Cuando pensamos en el mentalismo siempre acabamos recordando las series de televisión y pelis que hemos visto con ese tema. Y allí también nos hemos dado cuenta de que no son magos, sino personas muy habilidosas, que conocen bien los gestos, las reacciones, las miradas, el lenguaje no verbal que empleamos al comunicarnos. Y además se dan cuenta perfectamente de cuando estamos intentando controlarnos y saben enseguida cuál es esa rendija que nos hace vulnerables.

Como dice el texto, los grandes líderes carismáticos poseen esa habilidad y son capaces de decir a los demás lo que en ese momento quieren oir. Es que siempre estamos regalando a los demás mucha más información de que queremos y creemos dar.

Me pregunto si esta imagen de bronce de Daoiz cobrara vida, dejaría traslucir sus emociones (su cabreo) a cuenta de la palomita tan mona que estaba posada en su cabeza...de momento, inalterable e impasible.

Besos.