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Desde que todo-esto-empezó, he terminado conociendo al dedillo el más oscuro rincón de mi casa. De dos casas: me mudé en julio. Podría dibujar el parqué de memoria o reproducir el arbitrario patrón del gotelé. A lo largo de estos meses, mi casa se ha convertido en un reloj suizo, una perfecta maquinaria diseñada para complacerme al segundo. Sé dónde tengo que dejar el vaso para alcanzarlo con estirar el brazo, a qué hora exacta la luz del atardecer alcanza la cama en el dormitorio, a qué hora estratégica poner la calefacción. Me he suscrito a plataformas para ver películas que nunca veré, he vuelto a leer tebeos Marvel y he comprado en Steam videojuegos a los que nunca jugaré. He tirado cosas y he comprado otras tantas. He construido un imperio. Anoche, además, soñé por primera vez en mi vida que tenía un perro. Se tumbaba a lo largo de la cama y le decía: "No te preocupes, no vamos a ir a ningún sitio".
Lo que va a volver es el ‘cocooning’, el repliegue a la intimidad del hogar que se produjo durante los años 80 de los contraculturales y fatigados 70. Hemos pasado tanto tiempo preocupándonos por acondicionar nuestro hogar que nos hemos acostumbrado a él. Nuestra casa es nuestra vida: es la oficina, el bar, la discoteca, la sala de conciertos.
(Héctor Barnés)
Si nos fijamos en los anuncios de televisión, una vez pasados los de perfumes por Navidad, la mayoría de ellos se centran en las casas, muebles, utensilios de cocina, reorganizar armarios con la compra- venta de ropa usada. Y es que en esta tercera oleada vírica, la gente ha vuelto a lo que ocurrió en marzo, y que ya tenía más o menos interiorizado, y nunca mejor empleado el término. Hay que quedarse lo más posible en casa, que se convierte en el lugar de trabajo, sala de cine, bar, restaurante, gimnasio y biblioteca.
Como dice Barnés, con ironía, nos conocemos cada rincón de la casa, el parqué, el gotelé, el último armario, las estanterías al dedillo. Y ya hasta se le va a coger el gustillo a quedarse haciendo el llamado "cocooning", influya o no aquello que en marzo-abril se dio en llamar el síndrome de la cabaña. Como no tenemos donde ir caemos en el letargo del hogar.
Nunca mejor aplicada la máxima de "mi casa, mi castillo". Como tal es inviolable y nada mejor que no salir para que no nos la okupen...
Besos
¡Cuánta razón tenía ET, el extraterrestre, cuando porfiaba con la frasecita "mi casa", extendiendo el dedo! A mí no se me cae encima la mía, como tampoco ocurrió en la pasada primavera, pero acaba cansándose uno del concepto multifuncional que la pandemia nos está imponiendo en nuestros hogares. Hasta ahora, la casa, el hogar, era el refugio frente a todo lo demás, y entrábamos en ella dejando aparcados fuera los mil y un temas de la vida cotidiana, problemáticos o no; ahora estamos llevando todo eso a nuestro hogar, y quizá acabemos buscando fuera una contrapartida (cuando podamos, claro).
Bona nit .
La foto es maravillosa que ese desenfoque del castillo.Me encanta .
Seguramente mucha gente nunca habia estado tanto en casa y habia convertido su salon o su cuarto en una oficina .Pero se hace cansado..lo pensamos y ya llevamos casi un año de entes mas o menos encierro.
Y cansa .
Y mira que a mi me gusta la casa y desde luego no me aburro en absoluto, pero claro, basta que nos digan que procuremos salir lo menos posible ,para que lo deseemos mas -
Todo es un desastre y todo es una angustia .
Y yo te digo una cosa , noosotros vemos todo el cine en la TV .Muy bien , muy cómos , pantalla grande , pero como el cine , nada de nada ...
Decian que lloveria pero de momento nada de nada .
Buenas noches .
Un beso.
¡Buenos días! Hoy estoy flojilla (de lunes), así que ya seguiré en otro momento jaja, aún así, tienes comentarios míos en los días 4 y 5.
Qué razón tiene Héctor Barnés cuando escribe "Nuestra casa es nuestra vida: es la oficina, el bar, la discoteca, la sala de conciertos". No estoy tan seguro cuando afirma que se producirá un repliegue, porque no olvidemos la pasada navidad. En cuanto levantan un poco la mano....¡todos a la calle!
Saludos.
Pues sí, ahora puede que pase más tiempo en casa, pero nunca se convertirá en una sala de exposiciones, ni de cine, ni de conciertos. En sala de lectura puede, pero eso ya lo era antes del virus.
Hay cosas, que sí, que puedes hacer en casa porque a veces apetece, pero que en la calle tienen otro aquel y desde luego se disfrutan mucho más, sobretodo porque esos momentos los compartes con otros a los que no ves en casa.
En lo que sí noto bastante diferencia es que ahora ordeno más y reviso más mi cuarto y esas cosas. Por ejemplo el otro día que me puse a doblar las camisetitas, blusitas, falditas, etc. de mi armario. Y así, hago un paréntesis en mis estudios/tareas sin salir a la calle. Que a veces también lo hago, para hacer algún mandaíllo y tal, pero ahora recurro más a ese tipo de entretenimiento. Ya ves tú... qué divertido xD
Mi casa sería mi castillo si realmente estuviera en mi casa. Con los padres... no es igual xD
astur_82Hace una hora
eliocroca2Ayer a las 22:07
Joaki-007Ayer a las 17:44
angela.69Ayer a las 16:36
corremundosAyer a las 12:53