MIRANDO EL RELOJ

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme «¿qué tal?» y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

(Mario Benedetti)

Cuando esperamos a alguien o algo en concreto, una llamada, unmensaje al teléfono, el resultado de algo importante, de una gestión, del regreso de una persona importante no levantamos la vista del reloj, o si la levantamos volvemos de nuevo a mirarlo cada cinco minutos. En esto consiste cuando se habla de que el tiempo es subjetivo. Así lo expresa Benedetti en este poema: está esperando la llegada del ser amado que tanto ha deseado y a la que echa de menos con toda el alma y mira el reloj de hora en hora.

Decía Proust que los días pueden ser iguales para un reloj pero no para un hombre y es una gran verdad. Y si es cierto que cuando miras a un reloj él te mirará a ti, no puedo imaginarme cómo será la mirada de esta joya de reloj que está expuesto en un stand en la Plaza Mayor, en la Feria del libro antiguo y de ocasión.

Besos.