PORQUE YO LO VALGO

Yo no sé si, debido a las campañas publicitarias de ciertos productos, a los programas del corazón, a los libros de autoayuda o simplemente a que pensar es una lata y consume demasiada energía, damos por ciertos muchos postulados que merecen al menos una mínima reflexión.

Una de ellas, que primero hizo fortuna gracias a la tele y después y entre todos hemos convertido en dogma de fe, es esta: «Porque yo lo valgo». Como gancho publicitario de una marca de cosméticos resulta impecable. Yo me lo merezco todo. Tener el pelo de Penélope Cruz, los labios de Scarlett Johansson, el carisma de Kate Winslet... Como actitud ante la vida, en cambio, ya es harina de otro costal. No me pregunten qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero de un tiempo a esta parte cada hijo (o hija, seamos políticamente correctos) piensa que se lo merece todo. Y tener la autoestima alta es estupendo y muy útil en la vida, pero me temo que la mayoría del personal se lo toma no como un eslogan brillante, sino como patente de corso. Porque yo lo valgo hago lo que me da la gana; porque yo lo valgo paso por encima de cualquiera; porque yo, yo y yo.

(Carmen Posadas)

El mundo de la publicidad a mí personalmente me parece fascinante y de eso tiene mucha culpa no sólo el anuncio en sí, con la imagen de una figura conocida que asegura usar dicho producto, sino por la invención de un slogan que cale en la gente, que sea fácil de recordar y de reproducir. Además las marcas comerciales a nivel internacional gastan cantidades inmensa en las campañas publicitarias por lo que dicho slogan debe llegar a todo el mundo y en todos los idiomas.

Es el caso del "porque yo lo valgo" de L'Oreal. Está en la línea del famoso empoderamiento femenino y en función de subir la autoestima a todas las usuarias que no estamos en la órbita de las famosas y guapísimas (y retocadas) artistas de cine. Es casi un himno que intenta subir la moral de las señoras de a pie, de darnos caprichos no demasiado caros y sentirnos bien con nosotras mismas. En principio está bien, pero como todas las cosas si se llevan al extremo siempre puede conducir a creernos los mejores y querer pasar por encima de los demás "porque yo lo valgo". El uso del yo, yo y yo, creo que es lo que más molesta a Posadas. Ahí la tenemos, enhiesta, majestuosa, porque ella lo vale, ya lo creo.

Besos.