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Quinientas habitaciones tiene este edificio.
No sé quién vive del otro lado de la pared.
Aplico a veces el oído, como un médico
en el pecho del enfermo.
Hay un rumor de océano remoto,
extraños y oscuros mensajes viscerales,
que no alcanzo a descifrar. En alguna parte
del bloque de cemento gorgotea el agua
como en un intestino activo. Discontinua
confusión de voces que se apagan, se alejan y regresan
en un grito cortado. Cautivos que se ignoran,
atados a una vida que fermenta en terribles
emociones aisladas. Alguien golpea
una pared infinita, pero su código es privado.
No hay señales entre nosotros.
(Joaquín Gianuzzi)
Las casas tienen vida propia. No se limitan a ser simples lugares donde se vive sino que tienen la impronta y las vibraciones recibidas de sus hablitantes. Unas son acogedoras y amables y otras, no se sabe bien por qué, son hostiles, desagradables, desprenden mal rollo a pesar de que pueden ser bonitas, bien amuebladas y situadas en plazas o calles estupendas. Pero están enfermas. Son un misterio.
Y en estas casas, con vida propia, se alojan personas muchas veces desconocidas para nosotros por lo que el bloque se vuelve un conjunto de habitáculos anónimos. Vecinos que se ignoran, con sus propias emociones y como dice el poema, con códigos privados.
Dicen que las casas son cada vez más pequeñas, porque las famiias son cada vez más reducidas. No es el caso de este hermoso claustro que acogió en su momenos muchas habirtaciones, pero que probablemente no acogiera distintas soledades compartidas.
Besos.
Hombre, el texto me sugiere la diferencia entre "casa" y "hogar"; pero sí es cierto que tras las ventanas se esconden mil historias que quizá nunca compartiremos. En clave de humor me recuerda la "Rue del Percebe" de los tebeos, y en plan policíaco "La ventana indiscreta".
Cuando el sábado pasado llegamos a la casa que hemos alquilado, lo primero que pensé es que podría quedarme a vivir para siempre. Para empezar: porque había libros. Libros antiguos. Colocados en un muro de piedra... pero no sólo eso. Luces por todas partes, pero tenues, dos chimeneas, calor, decoración de ensueño...
Y hoy, recién llegada a Montigny, echo de menos esa casa que no se parecía para nada a una casa de alquiler para turistas. Nos hemos sentido en casa estando tan lejos...
Pero no me quejo: donde vivo, aquí, es una pequeña residencia y los vecinos no son ni muy cotillas, ni muy pesados. El único ruido que escucho al abrir los ojos es el de la lluvia si llueve... o el de los pájaros si hace sol.
No pido mucho más...
Besos.
Bona tarda-Buenas tardes.
Qué bonita actualización y que bonitas palabras ...
Nosotros ahora vivimos en un piso más pequeño , pero siempre habiamos vivido en pisos de esos clásicos del Eixample de Barcelona, grandes y largos pasillos , muchas habitaciones y grandes ...parte de delante y de detras con un gran patio de manzana. Me acuerdo cuando viviamos en la calle Diputación ,detras de la Plaza Universidad y de la Universidad , que teniamos en el pasillo , una libreria enorme , montones de libros y discos ...
Un beso . preciosa foto...
Pues no estará mal eso del contador ...pero yo no lo veo ..o es que solo lo vé uno ?...bueno ya me contarás...
Me recuerda eso que dices a las casas que enseñan en programas y tal. Quizás están decoradas con un gusto exquisitos, cosas originales, grandídimas, pero tienen poca pinta de hogar. No son acogedoras, son frías.
Es preferible una casa con alma. Casas en las que se ve que hay movimiento y que se usan. Con algún libro encima de la mesita de salón o de donde sea (eso quiere decir que se usan), etc.
Las otras casas, las frías, parece que ni se usan. Está todo tan milimétricamente colocado... parece que sólo las tienen para presumir de que tienen una mansión.
astur_82Ayer a las 23:07
eliocroca2Ayer a las 22:03
Joaki-007Ayer a las 19:12
angela.69Ayer a las 18:53
violemivi24/04/2024