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LA MOCADORÁ ( SANT DONÍS )
La Mocadorà (que significa pañuelo) es una celebración popular, que tiene lugar el día de la Comunidad Valenciana (9 de octubre), que así mismo es el día de San Dionisio (Sant Donís), patrón de los enamorados valencianos.
La tradición consiste en que los hombres regalen a sus parejas un pañuelo en el que hay envueltos dulces hechos con mazapán de distintas formas y colores que representan frutas y hortalizas de la Huerta Valenciana.
La conmemoración de la entrada de Jaime I el Conquistador en la ciudad, comenzó probablemente con el primer centenario (1338) de la entrada a la ciudad, y, poco a poco, se fue convirtiendo en una fiesta anual. La víspera de la fiesta y durante todo el día de San Dionisio se lanzaban cohetes (en cierta ocasión se llegaron a lanzar 13.000 cohetes desde la terraza del Palacio de la Generalidad). Era una fiesta muy ruidosa y fresca para las autoridades de la época que veían con recelo como los placeres carnales también se hacían patentes.
La tradición de la mocadorá se remonta al siglo XVIII, cuando tras la Guerra de Sucesión, los Decretos de Nueva Planta prohibieron la celebración de la entrada de Jaime I en Valencia. Como respuesta a la prohibición Borbónica, los panaderos empezaron a producir unos dulces de mazapán que representaban los cohetes prohibidos, pero al mismo tiempo, por su forma fálica o redonda recordaban los órganos sexuales masculinos y femeninos. Son los llamados Piuleta i Tronador, también se fabricaban pequeñas frutas y hortalizas, que según la creencia popular hacían referencia tanto a la fertilidad de la Huerta de Valencia, como a las hortalizas que los moros regalaron a la reina Doña Violante de Hungría (esposa de Jaime I), los dulces iban envueltos en un pañuelo ''mocador'' y todo junto, dulces y pañuelo, constituía el regalo para la persona amada. Poco a poco, el pañuelo dio nombre a la festividad, muchos valencianos consideran el 9 de octubre como el día de los enamorados (su San Valentín particular).
CARICIAS.
Pétalos blancos, rosas suaves, flores,
tiene tu tacto, cándida caricia,
beso de dedos, cálida delicia
que multiplica todos mis ardores.
Solo tus dedos quitan sinsabores
que la sonrisa trémula propicia,
cuando me miras con esa malicia
que de mis penas roba los temores.
Pasa tu mano cálida en mi frente.
Rompe de mi amargura las cadenas,
acariciando dulce y suavemente.
¡Desaparecerán todas mis penas,
como se van las aguas de un torrente,
dejando florecer las azucenas!
¿ Que es el beso ?
Me preguntas y no se que contestar, es una cosa
que bien se siente, pero se expresa muy mal, es el
cheque entre dos almas proximas al querer,
es un suspiro que el alma deja en la espesura del amor.
Sobre la ley del acero que ya la recibio, más si no te se contestar,
acercate a mi, no temas, ¿ asi ?, no, un poco más.
pon tus labios en mi boca, y sabras lo que es besar.
¿ Es pecado ?, no lo se, mas no lo creo, cuando se hace con fé.
¿ No tuviste una madre ?, dime, ¿ tambien pecó ?,
que de quererte tanto, con cariño te besó.
¿ No te besan tus amigos ?¿ es pecado que te besen ?,
¿ Por que te dejas ?, ¿ no admiras a Jesús ?,
Dime si es pecado, cuando con fé, vas a besarle los pies.
El beso sale del alma y conmueve el corazón y se pone en los labios,
como muestra de expresión.
Asi lo comprendo yo y asi lo comprenderas, más si no quieres
que te bese, no te besare jamás, pero si lo deseas,
deja que te bese ya.
LA MARIPOSA (LEYENDA ASTURIANA)
En una aldea asturiana, vivió, hace mucho tiempo, un rico labrador, viudo desde hacía años, que tenía dos hijas, pero para quien sólo contaba una, Inés, que nunca se atrevió a contradecir a su padre en nada, y se casó con el novio que éste le había designado.
No pasó lo mismo con Clara, su otra hija, que a la hora de contraer matrimonio, eligió con el corazón, y provocó tanta ira en su padre, que la desheredó y le prohibió acercarse a la casa donde había nacido.
Clara y su esposo vivían pasando mucha necesidad, y aunque Inés deseaba ayudar a su hermana, el temor a su padre le impedía hacer nada.
Cuando el labrador murió, Inés intentó de nuevo favorecer a Clara de alguna manera, pero ésta vez, fue su marido quien le prohibió hacerlo. Se desesperaba viendo la pobreza de su hermana, pero no veía modo de remediarlo.
El día que se celebraba la misa por el alma de su difunto padre, rogó Inés con toda su alma para que Dios le permitiera encontrar el modo de favorecer a Clara, y en eso estaba cuando de pronto sintió un gran peso sobre su cabeza. Levantó la mano y una mariposa se elevó en el aire. No pudo creer que fuera el pequeño insecto el que provocaba aquella sensación hasta que el fenómeno se repitió varias veces.
Al acabar la misa, le contó a su marido lo que le había pasado, pero éste no le hizo el menor caso. Sin embargo, a los pocos pasos, fue el marido quien levantaba la mano hacia su cabeza por el gran peso que sentía sobre ella y quien veía elevarse una mariposa ante sus ojos.
La mariposa estaba constantemente presionando la cabeza de uno u otro de los esposos, hasta que Inés insistió tanto en que era una señal que se les enviaba para que ayudaran a Clara, que su marido accedió a repartir la cuantiosa herencia de su suegro, con sus cuñados.
Así se hizo, y ya restablecidos cariñosamente los lazos entre las dos familias, vieron una mariposa revolotear alegremente ante ellos y luego volar muy alto, muy alto.....
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