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04/04/2024
En efecto, el lenguaje no engaña, y no es lo mismo un hombre ambicioso que una mujer ambiciosa, como tampoco lo es un aventurero que una aventurera, un hombre público que una mujer pública, un zorro que una zorra. Existen, además, ciertos matices culturales que indican que la ambición -tanto femenina como masculina- es vista de un modo distinto según los países. Para el Oxford Dictionary o el Larousse francés, por ejemplo, la ambición es solo el «fuerte deseo de conseguir o alcanzar algo» mientras que para nuestro diccionario es «el deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama». De ello se desprende que si entre nosotros un hombre ambicioso ya está más cerca de la codicia que del sano deseo de progresar, no hace falta que les recalque qué puede llegar a pensarse de una mujer ambiciosa. Sea como fuere, que mujeres profesionales y destacadas en diversos ámbitos hagan suya esta palabra. Que usen el término con orgullo, que lo tomen por bandera para que acabe cambiando de signo. ¿Acaso es reprobable ser ambiciosa, querer progresar, subir, triunfar?
Ante expresiones que no nos gustan, sentido del humor y también apropiación de esos términos que suenan positivos en masculino y muy negativos en femenino. ¿Qué tiene de malo ser ambiciosa? ¿No es perfectamente lícito que una mujer tenga las mismas aspiraciones que un hombre? Pues digámoslo alto y claro, ya verán qué pronto cambian de signo esa y otras muchas palabras.
(Carmen Posadas)
Comparto de principio a fin estos argumentos de Posadas. Desde luego que la lengua española es discriminatoria en cuanto a los géneros gramaticales. El femenino, en algunos casos, agranda el tamaño, porque no es igual un charco que una charca o un cesto que una cesta. Y sobre todo es discriminatorio, porque conceptos en masculino son positivos y en femenino, negativos. Y para ejemplos, los que ella propone.
Pero ante las exigencias de algunas feministas en que se borren del diccionario expresiones machistas, mi opinión es otra. No es cuestión de prohibir, de eliminar aquello que no nos gusta. Se trata de hacer buen o mal uso de las palabras. No me parece a mí que haya palabras machistas, hay conductas (y muchas) machistas. Y borrándolas del diccionario no conseguimos que desaparezcan. Hagamos como dice Carmen, utilicemos esas palabras para demostrar que son igualmente válidas para hombres que para mujeres. Y sobre todo utilicemos el sentido común. No caigamos en el ridículo.
Pensemos en ello, no hace fata ser ni hombre ni mujer para ello. Como seres humanos.
Besos.